Tomado del libro "Vino Nuevo en Odres Nuevos" - Zac Poonen
Uno de los más grandes daños que enfrenta el cristiano en su búsqueda de una vida santa es el terminar siendo religioso en lugar de espiritual. La religiosidad es frecuentemente confundida con la espiritualidad por el creyente sin discernimiento. Pero hay un mundo de diferencia entro las dos. La primera es humana, la segunda divina. La ley podía hacer a la gente religiosa, pero no espiritual. La religiosidad es tomada de las cosas externas, visibles. La espiritualidad es primordialmente una cuestión del corazón.
La Palabra de Dios nos advierte que habrá muchos en los últimos días que tendrán apariencia de piadosos pero sin poder - en otras palabras, serán religiosos pero no espirituales (2 Tim. 3:5). Asistirán religiosamente a las reuniones, orarán y leerán la Biblia diariamente; incluso asistirán a veladas de ayuno y oración, diezmarán sus ingresos, etc. Pero buscarán la honra de los hombres, vivirán para sí mismos, amarán el dinero y estarán interesados en los chismes, etc. Esa gente es religiosa, no espiritual. Tienen apariencia de piedad sin el poder. Aquí hay algunos ejemplos.
Si usted está más interesado en asistir a reuniones que en crucificar su carne (Gal. 5:24), usted es religioso, no espiritual. Si usted está más interesado en leer su Biblia cada mañana que en refrenar su lengua todo el día, usted es religioso, no espiritual. Si usted está más interesado en ayunar y orar que en ser libre del amor al dinero, usted es religioso, no espiritual. Si usted está más interesado en el evangelismo que en la santidad personal, usted es religioso, no espiritual.
Todas las actividades de la gente religiosa mencionadas en los ejemplos anteriores son buenas. Pero es una cuestión de prioridades. Son las prioridades correctas las que hacen a una persona espiritual.
Las personas religiosas están interesadas sólo en la palabra escrita ("la letra") y terminan teniendo la justicia de la Ley. Las personas espirituales están interesadas en la Palabra manifiesta en carne y hueso, y por lo tanto terminan teniendo la justicia de Dios, la naturaleza divina.
Las personas religiosas justifican sus acciones citando las palabras o acciones de algún siervo de Dios. Las personas espirituales, por otro lado, nunca buscan justificarse a sí mismos ante los hombres.
Las personas religiosas están más interesadas en las opiniones que en la opinión de Dios. Las personas espirituales sólo les interesa la opinión de Dios. Las personas religiosas pueden meditar por años en las palabras de alabanza que un hermano anciano habló acerca de ellos. Las personas espirituales, por otro lado, del mismo modo que Jesús, se rehúsan a recibir testimonio de los hombres (Jn. 5:34). Saben que otros hombres no conocen la corrupción que ellos ven en sí mismos, y por lo tanto se dan cuenta que la alabanza de los hombres vale menos que nada..
Las personas religiosas son legalistas y están bajo la Ley. Piensan en términos de hacer lo mínimo necesario para agradar a Dios. Por ello es que calculan exactamente cuanto es el 10% de su ingreso y van a ofrecérselo a Dios de mala gana. En el Antiguo Testamento, esta actitud terminó a fin de cuentas en que los Israelitas ofrecían corderos ciegos y bueyes enfermos como sacrificios al Señor (Mal. 1:8). Es posible tener una actitud idéntica a las ordenanzas del Nuevo Testamento. Una hermana puede pensar en términos de hacer lo mínimo necesario con el fin de cumplir con la letra de los mandamientos que le piden estar sujeta a su esposo; o a la mínima cobertura necesaria requerida para su cabeza en las reuniones - sin la belleza de que su cabello esté completamente cubierto. Los hombres y mujeres pueden pensar en términos de lo mínimo necesario con el fin de ser 'espirituales' pero a fin de cuentas sin darlo todo. "¿Qué es lo mínimo a lo que tengo que renunciar de este mundo?" es una pregunta que está siempre en la mente de esas personas. De tal manera nunca pueden ser espirituales. Sólo pueden ser religiosos.
La actitud de Jesús era totalmente diferente. Nunca buscó descubrir cual era el requerimiento mínimo para complacer a Su Padre. Por el contrario, buscó encontrar qué era lo máximo que podía dar Él para ofrecérselo al Padre. Por lo tanto cuando Él estudiaba la Ley cuando joven, Él buscó encontrar el espíritu detrás de cada mandamiento. Por lo tanto entendía, por ejemplo, que no era suficiente el simplemente evitar el adulterio en la carne (aunque esto era lo mínimo requerido por la Ley). Mientras buscaba el rostro de Su Padre y meditaba en la Ley, Él obtuvo luz. Entendió que el Espíritu detrás del mandamiento es que uno no debería desear con su corazón. Del mismo modo, Él vio que la ira y el asesinato eran similares. Etcétera. Por lo tanto, entendió el espíritu detrás de la Ley.. Así Él abrió un nuevo y viviente camino a través de la carne e inauguró el Nuevo Pacto.
Una novia terrenal que está profundamente enamorada de su novio nunca piensa en lo mínimo necesario para agradar a su compañero. Al contrario, piensa en lo máximo que puede hacer. Esta también es la actitud de la novia de Cristo. Aquí es donde vemos la distinción entre la sierva y la novia. Aquellos bajo la Ley sólo pueden ser siervos. El empleado trabaja por un salario y por lo tanto es muy calculador en su servicio. Mide su trabajo con el reloj. Si trabaja más tiempo, espera pago de tiempo extra. Uno que es un hijo (o una esposa) por el otro lado, trabajará por cualquier cantidad de tiempo - no por recompensa, sino por amor. Aquí yace la diferencia entre religiosidad y espiritualidad.
La actitud de la mente que piensa "¿Qué puedo obtener del Señor?" Lleva a la religiosidad. Por otro lado, la actitud que piensa, "Qué puede el Señor obtener de la vida terrenal que tengo?", lleva a la verdadera espiritualidad. Será entonces natural para nosotros el recorrer la segunda milla cuando el requisito mínimo es recorrer sólo una.
Adán se cubrió a sí mismo con hojas de higuera. Esto es un simbolismo de religiosidad - para hacerse presentable ante los hombres ¡e incluso ante Dios! Jesús maldijo a la higuera cubierta de hojas (Mr. 11:13, 14,21) - porque hay una maldición sobre la religiosidad. Dios la detesta. Dios dio a Adán otro revestimiento - la piel. Y este es el símbolo de verdadera espiritualidad - La naturaleza propia de Dios que Él nos da, no la que fabricamos nosotros. Cuando Jesús se acercó a la higuera, no era temporada de higos. Podemos decir que el antiguo pacto no era la temporada de los frutos del Espíritu. El sistema legalista que lleva al hombre a las ataduras ha sido abolido ahora. Dios lo ordenó por un periodo de tiempo para mostrarle al hombre su necesidad. La Ley nunca fue dada como un medio de santificación. Heb. 8:7 dice que era un sistema fallido - sólo porque no podía hacer espiritual a un hombre, sólo religioso. Uno tiene que entrar a un nuevo pacto con el fin de volverse espiritual.
Dios dio la Ley para ver si el hombre estaría satisfecho con una justicia externa que le traería el honor del hombre, o si buscaría más. Ya que la mayoría de los creyentes están satisfechos con la justicia externa, continúan contentos con la Ley y un revestimiento de hojas - la religiosidad humana. El Evangelio es el poder de Dios para salvación. Maldice y marchita las hojas y nos da la verdadera santificación que Dios deseaba que el hombre tuviera.
Pero para recibir este Evangelio, necesitamos primero arrepentirnos radicalmente. La palabra "radical" significa "proceder de las raíces hacia arriba". Y eso es precisamente lo que significa arrepentimiento radical. Juan el Bautista vino como antecesor de Jesús con un mensaje de arrepentimiento, y dijo que Jesús echaría el hacha a las raíces de los árboles. Cada pecado viene de una raíz. Si nos arrepentimos sólo del pecado (el fruto) no hemos sido radicales. Por ejemplo, la murmuración viene de la raíz de una actitud errónea hacia un hermano. El arrepentimiento radical se ocupa de la actitud errónea, y no sólo de la murmuración. El tratar con el acto externo sería equivalente a arrancar el fruto con un par de tijeras. Sin embargo, Jesús no vino con un par de tijeras, sino con un hacha (para cortar la raíz). Él busca fruto genuino - no sólo hojas. Donde ve solo hojas, Él las maldice y marchita (cuando las personas se lo permiten), para hacerlas fructíferas. Muchos otros pecados son también el resultado de una actitud incorrecta dentro de nosotros al buscar lo nuestro o amar el dinero, etc. El hombre espiritual es el que juzga la raíz del pecado en sí mismo, a la luz de Dios, y que no está contento con sólo arrancar el fruto para impresionar a los hombres.
Las personas religiosas son fácilmente engañadas. Es posible que un esposo tenga una actitud errónea hacia su esposa por seis meses y aún así tener el autocontrol suficiente para nunca decir algo que la lastime. Pero un día explota en ira. Si el hombre imagina entonces que tuvo victoria sobre el pecado por seis meses y cayó en pecado por sólo un momento (cuando se enfureció), se está engañando a sí mismo. Había estado acumulando barras de dinamita por seis meses. Entonces, al fin de ese tiempo, cuando se encendió un pequeño fósforo, toda la dinamita explotó. Estuvo viviendo en pecado todo el tiempo, pero éste no se manifestaba externamente durante mucho tiempo. No fue el fósforo el que causó la explosión, sino la dinamita que había sido recolectada durante el periodo de seis meses.
Si no luchamos la batalla para mantenernos vivos 'en el amor de Dios' en nuestra actitud hacia otros (Judas 2:1) entonces pecamos, incluso si seguimos teniendo un buen testimonio externamente. Ya que muchos creyentes no tienen discernimiento, pueden incluso creer que somos espirituales. El estar satisfecho con sus opiniones es tan absurdo como el pedirle a alguien que no tiene ninguna idea de la música que evalúe nuestra habilidad musical.
Debemos llamar al pecado 'pecado' si es que queremos ser radicales en nuestro arrepentimiento y libres de la religiosidad. La ira debe ser llamada por su nombre real - que es 'asesinato' (Mat. 5:21,22). Si no hace eso con cada pecado, está condenado a una vida 'religiosa' todos los días de su vida. Nunca será verdaderamente espiritual. Una persona religiosa puede ser muy exacta cuando se trata de cuestiones de justicia externa. Los Fariseos incluso pagaban el diezmo de la menta, el eneldo y el comino. No se movían ni un milímetro de la justicia externa. Sin embargo se alejaban kilómetros del amor, la misericordia y la bondad. De la misma manera pueden ser los que buscan la justicia hoy. Es posible estar 100% exactos en la justicia externa y perder el camino del amor en absoluto. El camino del Nuevo Pacto es el camino del amor - y debemos estar alertas para asegurar que no nos movamos ni un milímetro de este camino. Este es el camino de la espiritualidad.
Más gente se va al infierno a través de la falsa religión que a través de la mundanalidad. Por esto debemos ser cuidadosos para distinguir la religiosidad de la espiritualidad. Nuestras obras externas, aunque sean buenas, pueden ser una forma de falsa religión, si es que no están motivadas por un ferviente amor por el Señor. Esas obras son obras muertas, ya que el poder del amor no está detrás de ellas. Somos ordenados a arrepentirse de nuestras obras muertas - esto es, las obras religiosas que no vienen de un corazón de devoción a Cristo (Heb. 6:1; 2 Cor. 11:3).
Dios ama a los dadores alegres - no por el dinero sino por su obediencia. Cuando la obediencia a Dios se convierte en una carga, está claro que nos hemos alejado del camino de la espiritualidad y estamos andando el camino de la religiosidad. Todo lo que le damos a Dios bajo el Nuevo Pacto debe ser dado con amor - alegre y voluntariamente. De otro modo nos hacemos legalistas y estamos detrás del Antiguo Pacto - con el espíritu y actitud de un siervo y no de un hijo.
Judas habla en su epístola de tres personas que eran religiosas y no espirituales - Caín, Balaam y Coré (Judas 1:11). Considerémoslos, uno a uno.
Caín no era un hombre sin Dios. Él era un hombre profundamente religioso que creía en ofrecer sacrificios a Dios (Gen. 4:3). Abel también le ofreció sacrificios a Dios. Pero la diferencia entre los dos sacrificios y entre Caín y Abel fue la diferencia entre el cielo y la tierra, la diferencia entre religiosidad y espiritualidad. Caín y Abel simbolizan dos formas en las que la gente ha andado - el camino de la religiosidad y el de la espiritualidad. Caín es el tipo de aquellos que ofrecen cosas externas a Dios - dinero, servicios, tiempo, etc. Abel, por el otro lado, se colocó simbólicamente en el altar cuando mató al cordero y lo colocó en el altar.
La gente religiosa puede dar regalos, orar y hacer muchas buenas obras - pero no entienden que significa ofrecerse ellos mismos. Puede que paguen sus diezmos exactamente. Pero no se harán morir a sí mismos en los momentos de tentación. Esa es la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. Se podía entrar al antiguo pacto sin morir a sí mismo. Pero es imposible entrar al Nuevo Pacto sin morir a sí mismo. Jesús no vino a ofrecer diezmos, sino a ofrecerse Él mismo como una ofrenda aceptable y agradable a Dios. Caín y Abel simbolizan el camino ancho y el estrecho de acercarse a Dios - el camino de la religiosidad y el camino de la espiritualidad. Se puede ser un siervo sin morir a sí mismo. Pero no se puede ser un hijo sin hacerlo.
Dios respondió al sacrificio de Abel con fuego del cielo. Pero nada cayó en la ofrenda de Caín. Cuando un hombre se da como ofrenda consistentemente a sí mismo día tras día, habrá fuego del cielo en su vida y ministerio. Éste es el bautismo genuino del Espíritu y fuego que Juan el bautista dijo que Jesús daría, a aquellos cuyas raíces hayan sido antes cortadas. Por otro lado, un hermano que simplemente hace las cosas correctas externamente, puede tener una buena vida, pero el fuego y la unción del cielo no estarán presentes en su vida. El 'bautismo' falsificado de Satanás que cosquillea en las emociones (que es lo que muchos disfrutan hoy) es basura sin valor comparado con el bautismo genuino del Espíritu Santo y fuego que Jesús envía a Sus discípulos que han seguido el camino de la cruz.
Balaam fue otro hombre religioso. Él fue un predicador que deseaba servir a Dios, pero que también estaba interesado en ganar dinero y conocer a los grandes hombres del mundo (Num. 22). Buscó honra y ganancia financiera para sí mismo en el nombre del Señor. Hay muchos, muchos falsos profetas como Balaam hoy. Sus doctrinas son fundamentalmente correctas, de acuerdo a la letra de la palabra. Pero los creyentes sin discernimiento no pueden reconocer que están motivados por el espíritu de Balaam (el amor por el dinero y la honra). De ellos es de quienes Pablo habla en Fil. 2:21 diciendo que sólo buscan sus propios intereses. Había gente en la Iglesia de Pérgamo que vivía de acuerdo a la doctrina de Balaam (Ap. 2:14). No hay diferencia en la iglesia entre la búsqueda de la honra y la búsqueda del dinero. No son más que diferentes versiones del mismo espíritu de Balaam.
Coré fue otro hombre religioso. Fue miembro de la tribu sacerdotal de Leví (Núm. 16) Pero estaba insatisfecho con el ministerio que el Señor le había dado. Deseaba ser más prominente, como Moisés era. Esta ambición (vestida con mantos religiosos) probó ser finalmente su destrucción. Él y sus compañeros rebeldes Datán y Abirám, y sus familias, son las únicas personas registradas en las Escrituras que fueron al infierno vivas (Núm. 16:32,33). Así que el Señor tomó muy en serio este pecado de rebelión en contra de la autoridad que Él había impuesto sobre Su gente.
Muchos ancianos, predicadores y pastores hoy en día son auto-impuestos. El rebelarse contra de ellos podría no ser tan serio. En algunos casos hasta podría ser necesario. Pero el rebelarse en contra de alguien que ha sido designado por Dios podría traer el más severo juicio de Dios Un hombre espiritual nunca soñaría en hacer tal cosa. Pero la gente religiosa sí. Tal es la insensatez que acompaña la religiosidad.
Coré simboliza a aquellos que llevan a cabo competencia desleal con otros en la iglesia. Cuando usted encuentra difícil alabar y apreciar a un hermano temeroso de Dios, es un indicador de que tiene algo del espíritu de Coré en usted. Cuando lo critica, entonces usted está lleno del espíritu de Coré. Si usted escucha a otros criticándolo, entonces es como los 250 rebeldes, que se unieron a Coré y también fueron juzgados por Dios.
Nunca podremos ser espirituales si no tenemos discernimiento entre la religiosidad y la espiritualidad. Es la necesidad de estos tiempos - ya que vienen los últimos días y está escrito que muchos tendrán apariencia de piedad sin el poder (que es la palabra de la cruz). El Espíritu también ha advertido específicamente que muchos cristianos se alejarán del camino que Dios ha designado para vivir en santidad, y se acercarán a otros medios religiosos - como por ejemplo evitar el matrimonio y ciertos tipos de comidas, etc.
El hombre también ha inventado muchas otras falsificaciones, como la confesión pública de pecados (para hacerse 'humilde') y no tomar medicamentos cuando se está enfermo (para aumentar la 'fe'), etc etc. Todas estas no son más que doctrinas de demonios, hechas para alejar a los cristianos del secreto verdadero de la santidad (Lea 1 Tim. 3:16 al 4:5).
El único camino a la verdadera espiritualidad es el ofrecerse a sí mismo a morir diariamente como lo hizo Jesús (Rom. 8:36; 2 Cor. 4:10-12). Cualquier otra forma es una falsificación.
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