julio 14, 2016

El reino de Dios está aquí o debemos esperar por el.


Quizás usted halla oído hablar acerca del reino de Dios, y surge la pregunta esto es algo que ya aconteció, está sucediendo o lo veremos en el futuro.

Algo muy importante: Dios, el Padre dio testimonio del Hijo, Jesús, en cierta ocasión, diciendo: Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. (Mateo 17:5).


En el texto citado leemos que Dios, el Padre nos manda a oír al Hijo, Jesús, entonces veremos que dijo Jesús acerca del tema que estamos hablando.

Desde que Jesús inicia su ministerio comienza predicando: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).

El pueblo, Israel, al igual que hoy día y una gran parte del “cristianismo”, esperaban y esperan que aparezca, El Mesías y comience a gobernar las naciones como un gran imperio, cuya sede será Israel, pero analicemos si de acuerdo a las palabras de Jesús, es esa la esperanza para quienes creemos en él.

Leamos lo que dice la escritura “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros. (Lucas 17:20-21).

De seguro ellos se preguntaron pero nosotros no vemos que el reino esté ya con nosotros, y es la misma interrogante que surge cuando le dices a alguien que el Reino de Dios está aquí ahora, te dicen, bueno yo veo que sigue la maldad, la gente sigue muriendo de hambre, hay guerra, y no vemos su reino.

Sigamos leyendo la escritura “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Éste vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS. (Juan 3).

Nicodemo se sorprendió, cuando le dijo que hay que nacer de nuevo, para poder ver ese Reino de Dios entre nosotros, Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Nicodemo ahora hace dos nuevas preguntas (1) ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? (2 )¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Ya han pasado más de dos mil años desde aquella noche cuando Jesús tuvo esta conversación con Nicodemo y muchos aún continúan sin entender. Sigamos leyendo que responde Jesús, “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (v5).

¿Qué significa nacer de agua y del espíritu? la mayoría del “cristianismo” enseña que esto significa ser bautizado en agua y recibir el Espíritu Santo, hablando en lenguas, pero le aseguro que usted puede hacer estos dos pasos, y continuará sin ver y sin entender el Reino de Dios. 

Muy importante que sepamos que representa el agua en la escritura “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” ¿De que agua está hablando? el agua es la ley de Dios.

El nuevo nacimiento es una transformación, abandonar el EGO, para permitir que la divinidad crezca, el EGO es todo lo contrario a lo espiritual.

Surge la pregunta ¿Qué debo hacer para nacer de nuevo? Nicodemo no entendió ni siquiera que era nacer de nuevo, por lo cual tampoco podía hacer nada, y Jesús tampoco le dijo que hiciera algo, al igual que Nicodemo, ni usted ni yo podemos hacer algo, si hacemos algo lo hacemos con nuestro EGO, y nuestro EGO seguirá reinando, debe ser lo divino que debe nacer en nosotros.

Sólo cuando lo divino recobra vida en tu ser, comienzas a nacer de nuevo. 

Jesús tuvo que morir como hombre para nacer como el Cristo. 



 



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