marzo 12, 2025

El Valor de la Lucha: Alas Forjadas en el Esfuerzo




Un atardecer, mientras paseaba por un jardín, un joven notó un capullo que comenzaba a romperse. Fascinado, se detuvo a contemplar cómo una crisálida luchaba por emerger. Durante largos minutos, vio cómo aquel ser diminuto empujaba con todas sus fuerzas para abrirse paso a través de la estrecha grieta. Sin embargo, llegó un momento en que el avance parecía detenerse; la crisálida estaba exhausta, atrapada en su propio esfuerzo.

Movido por la compasión, el joven sacó un pequeño cuchillo de su bolsillo y, con cuidado, agrandó la abertura del capullo para liberar a la criatura. En efecto, la crisálida salió al instante, pero algo no estaba bien: sus alas estaban arrugadas, pegadas a un cuerpo débil que apenas podía sostenerse.
El joven esperó, confiando en que el tiempo corregiría lo que veía. Imaginó que pronto las alas se desplegarían majestuosas, listas para surcar el aire. Pero eso nunca sucedió. La criatura, incapaz de volar, se limitó a arrastrarse torpemente por el resto de sus días.

Lo que el joven no entendió, en su afán por aliviar el sufrimiento ajeno, es que la lucha contra el capullo no era un obstáculo, sino un proceso esencial. Ese forcejeo, aparentemente cruel, era el mecanismo perfecto de la naturaleza para fortalecer las alas y preparar a la crisálida para su destino: volar libremente bajo el cielo.

A veces, en nuestra vida, las dificultades que enfrentamos no son castigos ni errores del camino, sino las herramientas que nos dan forma, que nos preparan para alzar el vuelo cuando llegue el momento. Intentar evitarlas, o que alguien las elimine por nosotros, puede robarnos la oportunidad de descubrir nuestra verdadera fortaleza.

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