enero 10, 2013

¿Existían los Diez Mandamientos antes de Moisés?



Muchas personas dan por sentado que los Diez Mandamientos y el pacto que Dios estableció con la antigua Israel son exactamente lo mismo, y que ambos quedaron abolidos con la muerte de Jesucristo. Creen que el pacto del Sinaí y los mandamientos de Dios llegaron a existir juntos y dejaron de existir también simultáneamente.

¿Tiene algún fundamento bíblico este razonamiento? La realidad es que no. Las Escrituras nos revelan que violar los Diez Mandamientos era pecado antes de establecer el pacto en el monte Sinaí, de manera que los argumentos que afirman que éstos llegaron a existir junto con el pacto y se terminaron con él, no pueden ser verdad. Veamos la prueba en las Escrituras.

La Biblia define el pecado como “infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Por lo tanto, “donde no hay ley, tampoco hay transgresión” (Romanos 4:15). Esto es lo que dice claramente la Biblia. Así que, ¿encontramos infracciones de los Diez Mandamientos clasificadas como pecado antes del monte Sinaí? Claro que sí. Por ejemplo, Génesis 13:13 nos dice: “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra el Eterno en gran manera”. Ya que el pecado es la transgresión de la ley, los habitantes de Sodoma no podían haber sido castigados por ser malos y pecadores si no existía una ley que condenara lo que estaban haciendo. Debemos concluir, por lo tanto, que Dios les había hecho saber lo que era pecaminoso.

Hay otro ejemplo claro. En Génesis 20:3-9 y en 39:7-9 se describe el adulterio como “grande pecado” y un pecado “contra Dios”. El adulterio es una violación del séptimo mandamiento.

En Génesis 3:6 y 17 Dios castigó a Adán y Eva por codiciar y robar, que son violaciones del décimo y octavo mandamientos respectivamente. Ellos además lo deshonraron como padre, transgresión del quinto mandamiento. En Génesis 4:9-12 Dios castigó a Caín por matar y mentir, violaciones del sexto y noveno mandamientos respectivamente. En Éxodo 16:4, varios días y semanas antes de que Dios estableciera su pacto con el pueblo de Israel en el monte Sinaí, le puso una prueba para ver “si anda en mi ley, o no”. La prueba era si ellos iban a descansar en el séptimo día, el sábado, según el cuarto mandamiento de su ley, con la cual estaban familiarizados por lo menos en parte. El séptimo día había sido santificado, apartado como santo por Dios, desde el tiempo de Adán y Eva (Génesis 2:1-3).

La reacción de Dios ante su desobediencia nos dice mucho. Exclamó: “¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?” (Éxodo 16:28). Dios claramente menciona sus “mandamientos” y “leyes” como algo que estuviera vigente antes de que enunciara verbalmente los Diez Mandamientos en el monte Sinaí (tal como se registra cuatro capítulos más adelante). Por lo tanto, en el monte Sinaí el Decálogo fue codificado únicamente, es decir, escrito en piedra como parte de un pacto formal. Las Escrituras muestran claramente que estas leyes existían y estaban vigentes desde hacía mucho tiempo.

Esto es algo que se declara específicamente en Génesis 26:5, donde Dios le dijo a Isaac que había bendecido a su padre Abraham, “por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”. ¡Eso fue siglos antes del pacto en el monte Sinaí, siglos antes de Moisés y dos generaciones antes de que naciera Judá, progenitor de la tribu que sería conocida como los judíos! En Levítico 18:21 y 27 Dios afirmó que las prácticas idolátricas de los habitantes de la tierra de Canaán eran “abominaciones”, acciones tan bajas y degradantes que comparó su expulsión con ser vomitados de la tierra (v. 28).

¿Cuál fue su pecado? Entre otras cosas, idolatría (adoración de falsos dioses) y sacrificios humanos (lo que viola el primero, segundo y sexto mandamientos).

La Biblia nos muestra que los Diez Mandamientos no se originaron con Moisés ni por esa época. No estaban de ninguna manera limitados a los judíos. Estaban vigentes y se conocían mucho antes de que existieran los judíos o Moisés. Son el fundamento de las leyes de Dios y nos muestran cómo debemos amar a Dios (definido por los cuatro primeros mandamientos) y cómo debemos amar al prójimo (definido por los últimos seis).

Por esto es que después de que Jesucristo regrese a establecer su glorioso reino en la tierra, Isaías 2:3 nos dice que “vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno”.

En aquella época, ¡a toda la humanidad por fin se le enseñará a vivir de acuerdo con todas las leyes y mandamientos de Dios!
 
 
 

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