Hay días en que el cansancio pesa como una sombra densa. Los pasos se vuelven lentos, las fuerzas se desvanecen, y hasta los más jóvenes, llenos de vigor, tropiezan y caen. Es una verdad que todos conocemos: el agotamiento no respeta edad ni voluntad. Pero en medio de esa fatiga, surge una promesa que brilla como un rayo al alba: "Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas". No es un regalo que pide perfección, sino un sostén para los que se atreven a esperar.
Esperar no es quedarse quieto, rendido ante el viento. Es un acto de fe, un susurro valiente que dice: "Aún no he terminado". Y entonces, algo extraordinario ocurre: los que confían en Jehová encuentran alas donde solo había peso. Como águilas, se alzan sobre las tormentas, corren sin desfallecer, caminan sin fatigarse. No es que el cansancio desaparezca, sino que una fuerza mayor lo transforma en un puente hacia lo posible.
Piensa en el águila por un momento. No teme las alturas ni las corrientes que la sacuden; las usa para elevarse más alto. Así somos nosotros cuando dejamos de luchar solos y nos apoyamos en esa fuerza que no se agota. Las alas no son un premio por ser fuertes, sino un don para los que admiten su debilidad y aún así eligen mirar hacia arriba. Cada vez que te sientes al borde del agotamiento, recuerda que no estás destinado a arrastrarte, sino a volar. Tus huellas no tienen que ser marcas de derrota; pueden ser el inicio de un ascenso que inspira a otros.
Y no se trata solo de resistir, sino de transformar. Correr sin cansarse y caminar sin fatigarse no significa ignorar el dolor, sino encontrar un ritmo que te lleva más allá de él. Es una invitación a vivir con propósito, a dejar huellas que hablen de esperanza y no de rendición. Hoy, si el peso te abruma, no te apresures a escapar; espera un poco más. En esa pausa, en ese confiar, hay un poder que renueva, que te levanta y te recuerda que tu historia no termina en la caída, sino en el vuelo que viene después.
29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:29-3; Reina-Valera 1960).